Amigos del Museo de la Escuela

Esta es la plataforma de los amigos del Museo de la Escuela de Alcorisa. Un Museo único en su género en la Provincia de Teruel (Aragón).

Conoce, recuerda...

¿Te atreves a escribir con una plumilla y tinta china? ¿Quieres llevarte una fotografía -como la que guardas de hace décadas - con una bata azul o rosa, con la esfera terrestre, el busto de la Santa Infancia y detrás el eterno mapa?

Nuestro objetivo

El Museo de la Escuela en Alcorisa abrió sus puertas en noviembre de 2005 con la finalidad de dar a conocer el legado pedagógico de la Comunidad Autónoma de Aragón, y de Teruel en particular.

Una experiencia inolvidable

La visita a este otro tiempo de escuela llenará tu mente de sensaciones inolvidables, de maestros que dejaron huella y de compañeros de pupitre con los que aprendiste a descubrir el mundo.

Te esperamos

La visita a este Museo te permitirá recordar tu pasado escolar y otros mil detalles de tu infancia.Ven con tus abuelos, hijos y nietos para compartir ecos de infancia y aprender que la educación, en cualquier momento, es lo único que iguala profundamente a los seres humanos.

20 de mayo de 2018

Día internacional de los museos en Alcorisa

Viernes 18 de mayo a las 18:30, inauguración de la exposición itinerante “Donde todos aprendemos de todos” en la sala de exposiciones del centro Valero Lecha de Alcorisa.


16 de agosto de 2017

Preferiría no leer




Fernando F. Garayoa
Noticias de Navarra
30/10/2015

El escritor y filólogo navarro Víctor Moreno Bayona, edita, de la mano de Pamiela, un ensayo que reflexiona sobre las causas que llevan a los adolescentes a no leer y elegir otro tipo de actividades para llenar su tiempo de ocio

“Lo que hace la escuela en diez años, lo deshace la sociedad en un minuto”

2 de agosto de 2017

El dolor de ver libros en la basura



Alfredo Varona
Diario Público (31/07/2017)

La noticia está en la fotografía. Una fotografía que ni miente ni inspira un relato victorioso sino todo lo contrario. Provoca hasta dolor, demuestra que los libros también pueden ser objeto de una muerte indigna en las calles y que la cultura difícilmente se merece esto. Ahí aparecen esos libros preparados para morir en un contenedor de basura como si fuese un campo de concentración y sin derramar una sola lágrima. Pero esa imagen cada vez es menos extraña en las calles de nuestras ciudades y en las del resto del mundo si se escucha al novelista norteamericano John Irving. Hace no tanto denunciaba que, al otro lado del charco, los libros también se dejan a montones en las calles, junto a contenedores de basura; que arden en estercoleros, en fogatas o en holocaustos perpetuos al olvido y a la ignoranecia. Y la pena es que no es una excepción.

Hoy, no se sabe cuantos libros se tiran a la basura al año porque no hay organización esclavizada a esos porcentajes. Tampoco se sabe si esos libros son buenos o malos porque habría que repasarlos uno a uno. Pero sí se sabe que, aunque sean malos, no hay ningún libro encuadernado en el mundo que tenga el derecho a morir en la calle víctima de ese abandono que menosprecia tanta letra y tanto trabajo. Al fin y al cabo, como recuerda aquel proverbio hindú, un libro es "como un cerebro que habla" y siempre habrá un día, en los próximos 30 o 40 años en el que pueda ser deseo de consulta y agradecerle que un día el autor se atraviese a buscar editorial y a desafiar esa batalla de la página en blanco desde el kilómetro cero.

Sólo por eso los libros merecen una muerte fiel capaz de recordarnos, por ejemplo, que desde 1925 existe una calle peatonalizada de 200 metros en Madrid, la Cuesta de Moyano, destinada exclusivamente a la compra y venta de libros de segunda mano, bajo el imperio de una estatua de Pío Baroja que explica que un libro también es una pieza de museo que resume a nosotros y a nuestros antepasados. Un enorme golpe de romanticismo que hace dinero a duras penas y retrocede a épocas en las que de ninguna manera pasaba esto: las casas de nuestros abuelos estaban empapeladas con libros y aquellos tomos de enciclopedias que no solo imponían respeto. También una severa admiración que resolvía todas nuestras dudas escolares.

Hoy, sin embargo, la tecnología ha resumido el poder del papel. Las habitaciones más pequeñas se han tomado la revancha y se captan fotografías como esta en una anónima calle de Cádiz, que llegó sin avisar a las redes sociales y fue capaz de escandalizarnos. No por su belleza sino por su contenido lleno de pena y de denuncia, capaz de preguntarnos si nosotros hacemos lo mismo en nuestras casas y de generar un debate inmenso en el que se recuerda que los únicos que pueden defender a los libros son sus lectores. Y la manera de defenderlos no es deshacerse de ellos de cualquier manera ni la de enviarlos al desguace, sino la de venderlos aunque sea por 50 céntimos, o la de donarlos a bibliotecas, que son como sus centros de acogida, genuinos representantes de una cultura en la que, en realidad, el silencio de un libro no se paga con dinero. Pero no para verlo morir en una calle, como si se tratase de un televisor estropeado, sino para ofrecer a los demás la posibilidad de volver a enamorarse de sus páginas. Al fin y al cabo, como explicó el viejo escritor norteamericano Edmund Wilson, tan traducido al castellano, "no hay dos personas que lean el mismo libro" lo que fue como decir que no hay libros buenos ni malos.

17 de julio de 2017

Capítulo 6: Al calor de las labores



Nuevo capítulo publicado de la serie dirigida por Sabino del Río en homenaje a nuestro Museo por su décimo aniversario. Pueden ver la serie completa en nuestra web, en la sección Vídeos.