Como ya se había anunciado en la entrada dedicada a la Cartilla Moderna de Urbanidad para Niños, comenzamos a subir extractos de ese libro de 1929 para formarnos una idea de la educación que se impartía por aquella época. Hoy le toca el turno al comportamiento de los niños a la hora de jugar. El interesante cuestionario, ya de por sí bastante ilustrativo, va acompañado por unas viñetas que terminan por perfilar lo que era considerado bueno y malo a la hora de divertirse.
1. ¿Tienen alguna utilidad los juegos o recreos?
Tienen mucha, porque distraen y recrean, es decir, vuelven a crear fuerzas en el cuerpo y en el espíritu.
2. ¿Pueden ser a veces perjudiciales?
Si, señor. Lo son cuando duran demasiado y cuando se juego por vicio.
3. ¿Son buenos todos los juegos?
Algunos hay que desdicen de la buena educación como son los que dan ocasión a tirarse por el suelo, a destrozar la ropa, pegarse, manosearse, etc.
4. ¿Qué reglas se han de tener presentes en los juegos de habilidad o destreza?
Principalmente las tres siguientes:
Primera. Saber ganar sin demostrar excesiva alegría.
Segunda. Saber perder sin enfadarse.
Tercera. No hacer trampas ni de broma.
5. ¿Cómo trata el niño bien educado los juguetes y los otros objetos que sirven para jugar?
Con mucho cuidado, para no romperlos ni mancharlos.
6. ¿Qué hay que decir de las disputas?
Que son siempre muy desagradables y por ello los niños bien educados las evitan con mucho cuidado.
7. ¿Se puede jugar dinero?
El niño bien educado no juega dinero si no es ante sus padres, y cuando sea mayor, con muy clara autorización de ellos.
8. ¿En qué punto pone especial atención el niño bien educado tocante a los juegos?
En darlos por terminados puntualmente así que se lo mandan.
9. ¿Cuál es el peor enemigo de las buenas relaciones entre los compañeros de clase?
Son las discusiones acaloradas que se originan en los juegos o recreos.
También los santos y los hombres maduros toman recreos para descansar y reponerse. San Juan Evangelista gustaba de jugar con una perdiz que siempre iba tras él. San Francisco de Asís jugaba con los pajaritos, con los corderos, con los chiquillos que encontraba en la calle. San Francisco de Sales invitaba a los sacerdotes que venían cansado de predicar misiones por los pueblos, a pasear en un bote que él mismo remaba por un gran lago que bañaba las murallas de la ciudad.
Tienen mucha, porque distraen y recrean, es decir, vuelven a crear fuerzas en el cuerpo y en el espíritu.
2. ¿Pueden ser a veces perjudiciales?
Si, señor. Lo son cuando duran demasiado y cuando se juego por vicio.
3. ¿Son buenos todos los juegos?
Algunos hay que desdicen de la buena educación como son los que dan ocasión a tirarse por el suelo, a destrozar la ropa, pegarse, manosearse, etc.
4. ¿Qué reglas se han de tener presentes en los juegos de habilidad o destreza?
Principalmente las tres siguientes:
Primera. Saber ganar sin demostrar excesiva alegría.
Segunda. Saber perder sin enfadarse.
Tercera. No hacer trampas ni de broma.
5. ¿Cómo trata el niño bien educado los juguetes y los otros objetos que sirven para jugar?
Con mucho cuidado, para no romperlos ni mancharlos.
6. ¿Qué hay que decir de las disputas?
Que son siempre muy desagradables y por ello los niños bien educados las evitan con mucho cuidado.
7. ¿Se puede jugar dinero?
El niño bien educado no juega dinero si no es ante sus padres, y cuando sea mayor, con muy clara autorización de ellos.
8. ¿En qué punto pone especial atención el niño bien educado tocante a los juegos?
En darlos por terminados puntualmente así que se lo mandan.
9. ¿Cuál es el peor enemigo de las buenas relaciones entre los compañeros de clase?
Son las discusiones acaloradas que se originan en los juegos o recreos.
También los santos y los hombres maduros toman recreos para descansar y reponerse. San Juan Evangelista gustaba de jugar con una perdiz que siempre iba tras él. San Francisco de Asís jugaba con los pajaritos, con los corderos, con los chiquillos que encontraba en la calle. San Francisco de Sales invitaba a los sacerdotes que venían cansado de predicar misiones por los pueblos, a pasear en un bote que él mismo remaba por un gran lago que bañaba las murallas de la ciudad.
Fuente I Protocolo
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